sábado, 30 de enero de 2010

Recuerdos de su hija mayor

Soy Josefina, hija mayor de Blas, y como no podía de ser de otra manera, me uno al homenaje que uno de sus nietos en una idea brillantísima y junto con el resto de la familia ha iniciado, recordando historias, anécdotas, etc. que tenían y tienen al abuelo Blas como principal protagonista.

Cuantas veces el abuelo dejaba todo aquello que estuviera haciendo, ya fuera comer, dormir o estar con nosotros para atender a tantos niños que llegaban deshidratados a casa, o recibir un aviso de alguien que se había puesto de parto, despedirse y dejarnos con una sonrisa y volver feliz diciendo: “Blas ha traído al mundo mellizos”. Y la abuela Luisa, que decía de que estuviera todo el día de servicio, pues “A ver, que vamos hacer, si él es así”

No tenía coche, más que una bici y posteriormente una Guzzi que le regalaron, con lo que se desplazaba a atender a los enfermos que le necesitaban, ya fueran pobres o ricos, le daba igual porque a todos les cobraba con un “ya me lo pagarás”.

Sus nietos, sobre todo los más jóvenes, cuando escuchan cosas así de su abuelo, nos preguntan a sus padres, tíos o primos, si eso es así, y es que sorprende como aún se acuerdan en el barrio del Progreso, San Fernando y Santa Isabel de Blas el Practicante ya que, no tenía preferencia alguna por ninguno de ellos, lo mismo le daba ir a curar a un enfermo a un lugar que a otro.

¡Habría tantas cosas que contar de su vida como profesional! Aunque especialidad como tal, tenía muchas, por no decir casi todas, lo mismo ayudaba a dar a luz como curaba una herida o trataba una bronquitis, sino y por poner un ejemplo, que le pregunten a las “Chicas de Itesa” y a tantas y tantas personas de estos barrios a las que tanto ayudó y que aún siguen agradeciéndoselo, tanto es así, que en una exposición de fotos de la barriada, he visto a gente cuando lo han localizado en alguna de ellas incluso presignarse y decir ¡Hay Blas!

Lo que sí esta claro y para finalizar, es que todos los hijos y nietos con mayúsculas estamos orgullosos de la herencia que nos dejaron los abuelos Blas y Luisa, Blas el Practicante, a quien todavía lloran y recuerdan.

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