miércoles, 20 de enero de 2010

Cuenta mi madre...

Cuenta mi madre, que mis abuelos Blas y Luisa, se casaron muy jóvenes y como no disponían de vivienda ni medios económicos, se fueron a vivir con sus suegros en la barriada del Gurugú y allí en esa barriada empezó a ejercer su profesión.
El Gurugú era una barriada de obreros, gente muy humilde y necesitada. La mayoría de las veces no podían pagar los servicios que les prestaba, y no por ello mi abuelo dejaba de atenderlos, a cualquier hora, aunque fuera de madrugada. Decía "como voy a cobrarle aunque a me haga falta, si ellos están más necesitados que yo", por ello era tan querido en el barrio. Estas personas en agradecimiento, por Navidades, le regalaban: gallos, pavos ..... que era lo único que podían ofrecer.
Recuerda como en aquella época a la mayoría de los enfermos se les inyectaba "penicilina" que era de los pocos antibióticos que había y que en algunas ocasiones no era fácil de conseguir.
Además de prestar su servicio en la barriada, trabajaba como practicante de empresa en ITESA, que era una empresa de textiles, catalana, que dio mucho trabajo a gente joven de todas las barriadas.
Sigue contando que mi abuelo cuando se encontraba el autobús que trasladaba a las obreras de ITESA, solía comentar "ahí van mis niñas" Estas cuando iban a consulta, además de prestarle los servicio de enfermería, el abuelo era su consejero, el paño de lagrima, las jóvenes le contaban su problemas, las aconsejaba y cuando las veías tristes les decía cariñosamente "Otra vez te has peleado con tu novio?"
Como en los años cincuenta, había pocos profesionales, asistía a personas que vivían en el campo, próxima a la ciudad. Recuerda mi madre que algunas veces los familiares de estos pacientes iban a por mi abuelo en burro a su casa y en burro se lo llevaban para que atendiera a sus enfermos.
Pasados unos años, en sus desplazamientos utilizaba, primero una bicicleta, que por cierto se la robaron un día de Botoa. Después compró una moto "Guzzi", con la que tuvo un accidente y se rompió la nariz. Le operaron, le quedaron una cicatriz tan fea que comentaba "tengo por nariz un pegote". Años más tarde se compró una moto "Vespa" con la que tuvo otro accidente, este mucho más grave. Una mañana cuando iba a trabajar a Itesa, le atacaron dos perros que se habían escapado de un chalet, próximo a su centro de trabajo, le tiraron de la moto, se dio un golpe en la cabeza y estuvo a punto de morir.
Y por ultimo recuerda madre que cuando puedo se compro su primer coche. Un día iba con mi hermano Miguel y se le salió la rueda al coche. Mi padre no se dio cuenta hasta que su hijo le dijo "Papá para, que una rueda del coche va sola por la avenida"

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